Además de crear a Conan el Bárbaro, Kulk de Valusia, Solomon Kane y Red Sonja, Robert E. Howard, padre del género de Espada y Brujería cortejó otras posibilidades en el amplio abanico de las fábulas de aventuras, encontrando en las Cruzadas terreno abonado para tejer sus propios cantares de gesta y su particular homenaje al género de caballería.
En las páginas de este comic encontramos a un heredero de los personajes citados más arriba, variante de los mismos que salta de la fantasía oscura a la historia mitificada en una Tierra Santa idealizada como territorio de trepidantes peripecias aventureras en el que el protagonista puede codearse en la misma fábula corta con Ricardo Corazón de León y Saladino, ejerciendo como un solitario guerrero cristiano de lealtades en conflicto.
Al contrario que el autor del texto que completa este tomo en sus últimas páginas junto con un espectacular despliegue de portadas alternativas, yo tengo claro de dónde sacó bus inspiración Howard para este personaje. Un clásico de la novela de aventuras en las Cruzadas. El talismán, de Walter Scott. Y un poco también de La compañía blanca, de Arthur Conan Doyle.
