“Por
favor no me haga daño. Quiero ser normal. No me haga daño”.
Una de las mejores películas sobre zombis… o mejor dicho, sobre
retornados.
El lenguaje
y cómo lo usamos para manifestar e inducir el odio que amamantado por el miedo a lo desconocido, lo diferente, lo imprevisible es la dinamo de inteligencia
emocional que late en el centro de esta historia diferente sobre resucitados,
los que vuelven de la muerte, lo que Augustin Calmet en su Tratado sobre los
vampiros, denominaba revenans. Ver el post: NUEVO MIGUEL JUAN PAYÁN BLOG: TRATADO SOBRE LOS VAMPIROS, de Augustin Calmet (nuevomigueljuanpayancine.blogspot.com)
Retornados (2013), de Manuel Carballo, es una
película cuyas imágenes y diálogos cobran un significado muy especial en nuestro
mundo posterior al encuentro global d toda la humanidad con la pandemia de COVID-19.
Su juego con
el color entre exteriores e interiores, su descripción por temperatura de color
de un mundo agotado, frío, desanimado, frente a los colores de una vida en el hogar
intensa, que intenta esquivar la muerte y el odio que la rodea en el exterior,
pero en torno a la que premonitoriamente van aumentando las partes de sombra,
se ven de otra forma ahora.
Lo mismo que el interesante dilema del hombre atrapado por el miedo propio y ajeno que nos plantea.

Cada vez es
más difícil seguir sacando cosas interesantes al aparentemente agotado fenómeno
de explotación de los muertos vivientes de George A. Romero, pero en Retornados
(2014) Manuel Carballo y su equipo creativo supieron darle otra vuelta de tuerca
al asunto, poniendo en primer término el drama intimista que evoluciona hacia
el camino de la intriga, y dejando en segundo plano el sobrexplotado apocalipsis
zombi.
“Si a un
infectado no se le inyecta proteína del retorno antes de 36 horas, la propagación
del virus es imparable”.
El miedo
vuelve a ser el tema protagonista en esta ficción que anticipó algunas claves
de la nueva realidad social que estalló en marzo de 2020, y sobre la cual todavía
hoy faltan tantas cosas por aclarar.
Inquieta el
cine cuando exhibe su poderosa capacidad para anticiparse a su inmediato futuro
con imágenes y palabras de preocupante capacidad premonitoria.
El gran
acierto de esta propuesta es su capacidad para trasladar el origen del terror
en el relato hacia el miedo que da de mamar a la intolerancia, de manera que su
argumento rompa las barreras del argumento zombi para ser aplicable a cualquier
otro problema social en el que esta sea la principal antagonista.
Su aplicación
de la alteración del tiempo del relato en momentos clave es todo un ejemplo de
imaginación a la hora de tratar las fórmulas para jugar con el ritmo del relato,
junto con ese revelador plano de movimiento de cámara desde el lugar en el que se
encuentran ellos hasta el lugar en el que se encuentran ellas en la casa de los
amigos.
Y todo eso
con un gran guión, diabólico en su brillante manera de manejar los giros
finales.