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sábado, 30 de marzo de 2024

TRATADO SOBRE LOS VAMPIROS, de Augustin Calmet

 

Un libro es siempre una sorpresa, y aquellos que no leen no saben lo que se pierden. Pero en el caso concreto de este Tratado sobre los vampiros del padre Augustin Calmet que ha traducido Lorenzo Martín del Burgo y en el que sospecho que le debemos mucha tarea de impulso en el proyecto editorial a Luis Alberto de Cuenca, prologuista del proyecto, cuya biblioteca personal ha suministrado al volumen algunas de las ilustraciones que adornan el texto, debo reconocer que me he llevado varias sorpresas a la vez.

La primera ha sido descubrir un texto que ciertamente sienta algunas bases del tema vampírico.

UPIROS, VAMPIROS, BRUCOLACOS


La segunda es que el tema vampírico, a pesar del título, no es el centro ni la parte más abundante de material tratado por el libro, sino sólo una especie de punto de partida para un tratado sobre la muerte y la vida después de la muerte según las distintas culturas y religiones. Siendo religioso, el autor no puede evitar decantarse por las opciones propias de su condición, esto es, del dogma católico, y es precisamente eso lo que aporta una segunda y tercera lectura del texto que quizá nos aleja del vampirismo propiamente dicho, o lo pone en un segundo término, pero al mismo tiempo le otorga un significado muy revelador sobre otros aspectos no menos interesantes y curiosos.

Dicho de otro modo: tras las anécdotas y casos narrados sobre revinientes, upiros, vampiros o brucolacos de Grecia, Polonia, Rusia, Hungría o Moravia, encontramos toda una abundante recopilación de opiniones y anécdotas y casos narrados sobre aparecidos y muertos que reviven que van desde el Antiguo y el Nuevo Testamento y la antigüedad griega y romana hasta el siglo de las luces y bien merecerían estar en un libro dedicado a repasar las peripecias de los muertos vivientes. Y es en ese viaje sobre los resucitados donde tropezamos con numerosa materia prima para la reflexión sobre distintos aspectos que lejos de quedar circunscritos a la temática vampírica van mucho más allá.

Para empezar, el tema de los vampiros, upiros, revinientes o brucolacos se me antoja que fue a mediados del siglo XVIII algo similar a la fiebre o moda de los ovnis en los años sesenta y setenta. Tienen ambos temas unos puntos en común muy curiosos que añaden cierto morbo sadomasoquista al ya de por sí sobradamente morboso enfoque del asunto en sí: nacen de una situación social relacionada con el enfrentamiento de las religiones -en el caso de los vampiros- o con la quiebra de las religiones tradicionales -en el caso de los ovnis-, y por otro lado incluyen el daño inflingido por el fenómeno extraño a los seres humanos, ya sea el mordisco que roba la sangre en el caso del vampiro o las abudcciones y la sondas anales en el caso de los ovnis.

DAN MÁS MIEDO LOS CAZADORES DE VAMPIROS QUE LOS VAMPIROS

Pero es que además de conocer las peripecias de San Macario resucitando muertos en plan Colombo para interrogarles y hacer justicia a los vivos, las muertes fingidas, o las hazañas de los archivampiros, que beben tanta sangre que hasta se les escapa por los poros, es decir, que sudan la sangre de otros (de la que para exorcizar el poder del chupacuellos hay quien da en hacer panecillos al pie de la tumba en plan menú degustación), llaman la atención otras cosas.

Por ejemplo, cuando se declaraba una epidemia de vampirismo en algún lugar, las autoridades daban en enviar al mismo para investigar a su propio equipo en plan Mulder y Scully de Expediente X, esto es: uno o dos oficiales, un cirujano… ¡y un verdugo!. Lo cual que ya de partida pensaban en ajusticiar a alguien como culpable, aquello de “todo el mundo es culpable hasta que se demuestre lo contrario”. Y al final, claro, como también cuenta Calmet, dan más miedo los cazadores de vampiros que los supuestos vampiros propiamente dichos.

Lo bueno es que en el libro hay más cosas curiosas relacionadas con el concepto de la muerte en distintas fechas de la historia del hombre, siempre en relación con la mitología o la religión, y siempre utilizada como instrumento político. Es esto lo que hace de leer entre líneas una de las delicias de este libro, que nos permite deducir todo un trasfondo histórico en el que encontramos desde las dificultades y errores para diagnosticar la muerte (¿quizá aquí radica la reiterativa fórmula argumental de la novela de aventuras románticas de resucitar a personajes supuestamente fallecidos en capítulos previos como golpe de efecto narrativo?), hasta una clave de por qué en su adaptación del Drácula de Bram Stoker, Francis Coppola pintó a Van Helsing como un tipo de mucho cuidado, casi un villano, un cabrón con pintas en las antípodas de las venerables figuras de nigromantes de edad provecta tipo Gandalf o Dumbledore.

Claves, muchas claves y pistas para el lector atento, que quiera leer entre líneas y entender el papel que ha ejercido y ejerce el miedo a la muerte, al infierno, y el papel de Satanás en los enfrentamientos políticos y religosos de cada etapa de la historia del hombre (y en esto, ojo a la historia final, sobre el espíritu aparecido en Saint Maur des Fossés, porque en la manera de ser expuesta y casi violentamente rebatida por parte de Calmet y de un colega se encierra quizá todo el significado del resto de la obra).

Resumiendo: una gozada para quienes disfruten de la lectura y gusten de profundizar en la historia por cuenta propia y haciendo sus propias deducciones más allá de lo que pueda sugerir el libro… aunque finalmente sea más un tratado sobre la muerte que un tratado sobre los vampiros y quizá los “vampiroadictos” puedan sentirse un poco defraudados porque su tema favorito no sea protagonista en la función como pudiera deducirse por el título.

Ver el post: NUEVO MIGUEL JUAN PAYÁN BLOG: RETORNADOS, NO ZOMBIS: UNA DE LAS MEJORES DEL CINE Z (nuevomigueljuanpayancine.blogspot.com)


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