Una extraña muestra de novela de intriga en bucle a la que hay que meterle algo de paciencia en su primera parte porque no cobra identidad propia y verdadero interés hasta el segundo asesinato.
Y realmente, tampoco es que haya asesinato propiamente dicho. Una de las características curiosas de esta novela radica en el uso de la elipsis, de manera que como lectores nos enfrentamos al descubrimiento del cadáver entrando en la forma en que se produjo el asesinato solo a posteriori y a través de los informes y conclusiones de la investigación y el juicio. Eso le aporta más realismo a la exposición de la intriga, pero al mismo tiempo resta recursos dramáticos al relato, que como he dicho, repitiendo informes, documentos y declaraciones de los implicados varias veces, entra en bucle y se hace algo repetitivo.
En aras de una mayor fidelidad a cómo conocen la información de los casos los personajes, de sacrifica un pulso narrativo y exploratorio de la psicología y el entorno social de los mismos, minimizando los recursos para crear interés.
Eso puede hacer que inicialmente nos produzca cierto rechazo desde las costumbres y modos de este tipo de novela en occidente. Pero si hay voluntad de espera, lo interesante llega en su segunda parte y en su tercer acto, cuando finalmente los informes van quedando atrás y los personajes realmente muestran y desarrollan las claves de su viaje.






































