domingo, 2 de julio de 2023

EL DINOSAURIO Y EL JEEP

 Estaba paseando la mirada por la Payancueva para descansar la vista en una tarde de lectura intensiva y mirando un jeep y un dinosaurio he recordado que no importa tanto lo que dices como la manera que elijes para decirlo. 

Las comparaciones son odiosas pero en este caso me sirven para explicar por qué me interesa más la segunda que la primera de las dos fotos: simplemente veo más cosas en la de abajo que en la de arriba.

Dos fotos. Los mismos protagonistas. Un dinosaurio y un jeep. La primera es menos interesante que la segunda. 

¿Por qué? me pregunto.

La culpa la tiene el jeep.

El motivo es el movimiento.

La de arriba no tiene movimiento. Está congelada. 

La de abajo marca el movimiento con el jeep. Y es un movimiento de líneas que separan al jeep del dinosaurio, lo que establece además una línea de tensión que los víncula a ambos.

Seguramente a muchos os parecerá muy obvio, incluso estúpido, pero yo me he entretenido un rato paseándome por esta idea y ahora ya tengo la vista descansada para seguir leyendo.


WESTERN=BLUEBERRY (1): LA MINA DEL ALEMÁN PERDIDO


Aprovechando el verano he decidido dar un repaso a los comics de Blueberry, ese personaje convertido en guiño perpetuo a Jean-Paul Belmondo. En La mina del alemán perdido lo encontramos ejerciendo como sheriff y cediendo parte del protagonismo a su colega borrachín McClure sobre todo en la segunda parte, la mejor, una travesía por el desierto en la que el guión de Charlier y el dibujo de Giraud se ponen a la altura de las mejores propuestas épicas del western cinematográfico sin dejar de ser obra maestra del cómic. 

Es en el desierto donde estás viñetas cobran aún más vida y relieve y se ponen plenamente en movimiento, construyendo sus páginas traduciendo la horizontalidad rectangular del plano general del cine en parcelación de verticales que atrapan a los personajes sin perder el dinamismo y cuadrados que concentran la acción y la mirada del lector y brillan tanto por sus detalles como por la capacidad del arte de Giraud para conseguir que todas sus viñetas transmitan la sensación de cosa viva y en constante movimiento. 


Resulta difícil por todo ello elegir una o dos viñetas esenciales entre toda la riqueza visual de este tomo, pero ahí dejo mis favoritas. 

He comentado ya que la historia crece desde el momento en que se inicia su fase de persecución a través del desierto, y creo que está viñeta, ejemplo de sencillez en su propuesta, logra resumir un punto clave de ese viaje, introduciendo ese fondo amarillo para anticipar el destino que espera a uno de los personajes jugando con esa luz ya sofocante del amanecer en la que ya se impone el sol abrasador para definir las siniestras intenciones del personaje en primer plano con el rostro bañado en oscuridad para con su compañero de fuga y de viaje. 

Esta otra viñetas, pero sobre todo la de arriba, con McClure atrapado entre los dos perseguidores, es un ejemplo del poder del dibujo de Giraud para jugar con los planos cortos y primeros planos revistiendo de pleno protagonismo a los personajes tradicionalmente característicos o secundarios. 
Compuesta con ese sesgo diagonal que refuerza la situación de callejón sin salida para McCLure, con todo el peso del rostro y el gesto del pistolero en primer plano tapándome toda salida y el rostro con los ojos en sombra de su compañero cerrando toda posibilidad de retroceder, la viñeta crea un momento de tensión, intriga y anticipación, reforzado por ese subrayado de las manos de McClure.
Pienso que esta viñeta deja claro que el western clásico del cine estadounidense liderado por John Ford, su obra maestra Centauros del desierto y su ciclo de la caballería, es solo una de las fuentes de inspiración de los autores, cuyas creaciones en este género beben también, copiosamente, de las corrientes del western crepuscular liderado en el cine por Sam Peckinpah y su Grupo salvaje, y del western mediterráneo liderado por la trilogía del dólar de Sergio Leone. 




¿OCASO DEL SUPERHÉROE?

 Acabo de ver esto en las estanterías del centro comercial en el que estaba comprando leche, gel de baño y zumo de naranja, y me ha dado por pensar cosas y hacerme unas cuantas preguntas que os traslado para echar el rato tecleando esto mientras voy de vuelta a casa en el metro (me he dejado el libro que estoy leyendo en casa).

¿Estamos ante el ocaso del superhéroe? Opino que como mínimo estamos entrando en un cambio de ciclo. En cine a los próximos proyectos los inversores del asunto los van a mirar con lupa vistos los malos resultados de los últimos estrenos. En cómic los cambios en personajes clave, las pancartas reivindicativas metidas con calzador, la defenestración de Punisher, la repetición y el cansancio y el abuso de las mismas fórmulas, sin nada realmente nuevo que aportar, y el nivel de calidad pobre, mediocre, de numerosas colecciones no permite el optimismo mientras los mangas van ganando terreno cada día. 
Y los niños de hoy no están para comprar figuras. 
Para redondear la jugada esa suicida costumbre de ir en contra de las opiniones de los compradores e incluso insultarlos no es la mejor manera de mantener el producto vivo. 
Al público, al lector, al aficionado, tenga razón o no, o mejor dicho, coincida o no con lo que tú piensas, hay que respetarlo en todo momento, porque sin los que pagan por el ocio, no hay negocio. 
En otra ocasión me meteré en el charco de contar si me parece bueno o malo que los superhéroes entren en decadencia porque ahora ya he llegado a mi estación y tengo un puñado de comics por leer esperando en casa. 


OCÉANOS, RADIOS EN ALTA MAR Y CÓDIGO MORSE

 Un par de cosas curiosas sobre las radios piratas amparadas en ese paréntesis de la burocracia castrante de tierra firme, y el código Morse, por si a alguien le apetece pedir socorro sin abrir la boca. Todo en la exposición de los océanos y su influencia en el Palacio de la Cibeles, Madrid.







sábado, 1 de julio de 2023

TIBURÓN Y MOBY DICK

Años setenta del siglo XX. En un verano de mi adolescencia estaba yo de vacaciones playeras por la costa mediterránea cuando me vino a las córneas un artículo sobre la ola de miedo que había desatado en Estados Unidos una película sobre tiburones. 

Meses después disfruté de una de mis cinco películas favoritas, de riguroso estreno en la Gran Vía de Madrid, ocupando varios cines a la vez, en una época en que las colas para comprar entradas daban la vuelta a los cines y tenías que ir a comprarlas adelantadas varios días antes. 

La semana pasada me encontré ese mismo artículo en una exposición sobre el mar a dos pasos de la Cibeles. 

Y para redondear la jugada también había interpretaciones pictóricas de Tiburón y de mi momento favorito de la adaptación de Moby Dick dirigida por John Huston. 




Demasiadas cosas que me gustan en el mismo sitio. No suele suceder. 

CURSILERÍA SINIESTRA

En los últimos tiempos he llegado a la conclusión de que la vida hay que pasearla más que vivirla.

Pasearla significa para mí vivirla a un ritmo más relajado y contemplativo, así como de paseo. Esto permite que cuando algún o alguna imbécil tóxico o tóxica -algo que en un momento u otro podemos ser cualquiera de los integrantes de nuestra especie, el que escribe esto incluido, por supuesto-, se cruza en tu camino para desgraciarte el día, por pura maldad, por sus puñeteros miedos y complejos, que no tienen por qué ser los tuyos, o por pura incompetencia, que es  peor que todo lo anterior, simplemente paseas la situación, esto es: no le haces ni puñetero caso. 

Pasear la vida significa que cuando tú mismo, en uno de esos alardes de imbecilidad que te caracterizan como ser humano y por lo tanto falible e imperfecto que eres, decides sabotearte, las más de las veces porque eres un perro que se aburre y muerdes lo que tienes más cerca, esto es, tú mismo (solo el ser humano puede ser tan gilipollas), dejas pasar la ocasión de comportarte como un reverendísimo masoquista y te mandas a freír puñetas. 

Pasear significa inmunizarte frente a todo aquello que te saca de tu paseo relajado y contemplativo a base de mirar lo que nos rodea con un saludable escepticismo y no poco cachondeo, porque en esencia somos todos bastante ridículos, cuando no peligrosamente contradictorios o autodestructivos. 

Así que intento pasear más la vida y cabrearme menos. No siempre lo consigo, pero vamos mejorando. 

Y es así como el otro día me fui a pasear por una exposición sobre lo cursi, y entre mucha novela barata y no poca sensiblería decadente y castradora de postales románticas conservadas en bolas de alcanfor, imágenes en las que las flores en realidad son, como los fuegos artificiales en Atrapa un ladrón de Alfred Hitchcock, una alegoría de cópula bastante descarada, me tropecé con esta pieza que me alegró el día más que empuñar el Magnum a Harry el sucio 

Obra maestra de la cursilería siniestra, pura magia de la contradicción que nos define.

Espero que la disfrutéis tanto como yo porque es una prueba palpable de que a veces nuestra especie es capaz de revelarse plenamente como esa grieta inexplicable en el velo de la realidad. 

Dos querubines sobre un cráneo. Deliciosamente grotesco, como afirmaría un cursi. 


jueves, 29 de junio de 2023

COMICS: UN CASTIGADOR, EL NAMOR AUTÉNTICO Y UN LIBRO MUY BUENO

Hace unas horas me he pasado por la Tellygruta, el antro friki de mi colega Telly Chavalas, y me he tropezado con un Namor clásico y auténtico de comics -rechacen imitaciones cinematográficas hijas de problemas de derechos audiovisuales y miedo a las comparaciones con el Aquaman de Jason Momoa-, y un Castigador (Punisher) que sigue castigando aunque le hayan exiliado de los comics de la Marvel, junto con un libro muy recomendable para conocer mejor los comics. 






Manga: Shark Panic, digna heredera de Tiburón en viñetas

  Está mañana llegaba a librerías uno de los mangas que con más interés esperaba en este verano: Shark Panic, de Tsukasa Saimura. Homenaje a...