Una manera distinta de acercarse a los mitos de Cthulhu del autor que puede ser señalado como el principal compañero de viaje/colaborador de H.P. Lovecraft en la construcción de la mitología de los Primigenios.
Contestado por los más estrictos seguidores de Lovecraft por poner orden en el panteón monstruoso donde el maestro solo contemplaba un caos informe, inexplicable, desconcertante y descorazonador que expresaba a su manera una pérdida de la cordura de sus personajes, desorientados antihéroes llamados a encontrarse con lo impensable que resiste toda forma de catalogación y descripción, Derleth se sirve y nos propone sin embargo alguna forma de organización que por otra parte impone, cierto es, una ingenua manera de establecer una pugna entre entidades positivas y entidades negativas en el reino del terror de Lovecraft.
El lector quizá se siente menos perdido ante ese paisaje de caos que no obstante igualmente prevalece en estos relatos, continuadores de la obra de Lovecraft, pero no por ello debe confiarse.
Las entidades suprahumanas que nos propone Derleth no tienen un papel activo sólido en las tramas, salvo para facilitar en una de ellas una conclusión que claramente se nos antoja falsa y oportunista, al mismo tiempo que innecesaria.
El resto del territorio del terror sigue dominado por unos Primigenios de pesadilla, que dominan sus territorios de caza en sus propios feudos, y Cthulhu sigue siendo el gran protagonista entre ellos, aunque se establezca ciertas pugna de los titanes del horror creados por Lovecraft.

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