domingo, 12 de octubre de 2025

Robar el color, parar y perder el tiempo


Como animal que vive en el territorio de los grises, perdido a medio camino entre lo blanco y lo negro, confieso que me resulta muy relajante volver a zambullirme en la contradicción porque me da la gana sin dejarme atar por la coherencia.

 Aplicó lo mismo a las cosas que me tropiezo cada día, les robo el color para verla mejor mirándolas de otro modo. 

Me limpio así las córneas y recuerdo la única constante que se aplica a los seres humanos: todos cometemos errores, quizá porque los árboles no nos dejan ver el bosque y porque siempre estamos distraídos pensando cuatrocientas mil gilipolleces por segundo que nos desconciertan.



Creo que nos pusieron aquí para probar cosas y equivocarnos. Que nos alimentamos de la incoherencia y las metidas de pata, y que tanto empeño en ser perfectos nos está convirtiendo en zombis gilipollas y obedientes.


Cada vez resulta más fácil despistarnos, distraernos mientras estamos haciendo una cosa y pensando otras diez o doce que nos gustaría hacer al mismo tiempo. 

Necesitamos parar y perder el tiempo. 


Paro y pierdo el tiempo robando el color a lo que veo. La vida es una oscuridad inquietante con pinceladas de momentos brillantes que nos deslumbran con menos frecuencia de lo que nos gustaría y para todos los que nos rodean pueden ser insignificantes. 









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Foto: Otoño