No me gusta repartir más leña de la imprescindible a la hora de juzgar el trabajo ajeno, principalmente porque yo soy un mercenario y solo trabajo si me pagan - excepto en este blog, que cocino de gratis y porque me apetece comunicaros mis opiniones mierdosas sobre cualquier gilipollez que se me ocurra-, así que en contra de mi naturaleza, procuro atenuar mi mala leche, pero esta novela de ciencia micción me ha tocado tanto los huevos y ha provocado tanto halago masturbatorio de sus ilustrísimos palmeros que estoy deseando hincarle los colmillos a fondo. Tranquilos. Serán ráfagas cortas y espero que certeras. Parece uno de esos cuentos cortos que funcionan bien en ese formato pero si los alargas pierden la gracia. Los chistes largos languidecen cuando se prolongan más de la cuenta. No es nada original, como el propio novelista reconoce en distintos momentos de su relato, aunque sin la humildad debida, disfrazada de guiño y cita como cortina de ...