viernes, 26 de enero de 2024

REDSHIRTS: ABSOLUTAMENTE PRESCINDIBLE

 

No me gusta repartir más leña de la imprescindible a la hora de juzgar el trabajo ajeno, principalmente porque yo soy un mercenario y solo trabajo si me pagan - excepto en este blog, que cocino de gratis y porque me apetece comunicaros mis opiniones mierdosas sobre cualquier  gilipollez que se me ocurra-, así  que en contra de mi naturaleza, procuro atenuar mi mala leche, pero esta novela de ciencia micción me ha tocado tanto los huevos y ha provocado tanto halago masturbatorio de sus ilustrísimos palmeros que estoy deseando hincarle los colmillos a fondo. 

Tranquilos. Serán ráfagas cortas y espero que certeras. 

Parece uno de esos cuentos cortos que funcionan bien en ese formato pero si los alargas pierden la gracia. 

Los chistes largos languidecen cuando se prolongan más de la cuenta. 

No es nada original, como el propio novelista reconoce en distintos momentos de su relato, aunque sin la humildad debida, disfrazada de guiño y cita como cortina de humo. 

Los experimentos meta de la  narrativa entregados a la paja discursiva postmodernista y explotados como el descubrimiento de la pólvora por sus cultivadores, perdidos entre el flagelo existencialista de baratillo y la fábula innecesariamente alambicada, están caducos y ya cansan 

El desenlace con amago de ruptura de la cuarta pared es puro eructo descontrolado,  invocado como innecesaria prótesis de prolongación del número de páginas tras el desenlace real de la trama, efectista y previsible pero menos cansino y petardista que esa tardía ceremonia de ajuste de flecos de la trama con culminación romántica almibarada para conmover a espíritus débiles que sometidos a una exigente dieta de altramuces y videojuegos. 

El ritmo decae rápidamente desde el momento en que se revela la previsible "sorpresa" de su argumento... que es mucho más previsible de lo que Scalzi sospecha. 

Hacer bromas tontorronas de nivel de educación primaria sobre la incongruencia e inviabilidad científica de lo que Isaac Asimov denominaba la syfy televisiva es pescar peces muertos en el tóxico barril de la obviedad, sobre todo si tienes la insolencia de utilizar lo mismo que parodias. 

Finalmente: Todos hemos visto ya El show de Truman, y darle la vuelta a la premisa argumental de Héroes fuera de órbita solo funciona si con cada ejemplar de la novela regalas un viaje para tomarse un café con Sigourney Weaver. 

Nota final: nunca escuches a tus palmeros. 

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