miércoles, 1 de noviembre de 2023

BATMAN. LA GÁRGOLA DE GOTHAM

Un cómic imprescindible que nos presenta a un Batman cada vez más triturado emocionalmente mientras se entrega a la cruzada que destruye a Bruce Wayne. 

Rafael Granpá, guionista y dibujante de esta maravilla construida como un laberinto a cuya entrada nos recibe una frase que nos avisa de la naturaleza del territorio de pesadilla en el que nos estamos metiendo: ¿Por qué nos pudrimos? Porque estamos acostumbrados a ello. 

Granpá sigue la huella de Frank Miller, uno de los pioneros en la exploración de toda la oscuridad que se oculta tras las viñetas del Señor de la Noche dejándonos atrapados con Batman en un nuevo tipo de pesadilla psicópata de dibujos animados movida por una energía imparable de imágenes brutale y sangrientas. 

Y lo hace mostrando su habilidad para revisitar el origen del personaje creado por Bob Kane con Bill Finger sin quedar atrapado en la trampa de la repetición y empeñado, como confiesa en el diálogo, en encontrar y proponer algo nuevo, una amenaza distinta en la brillante y numerosa galería de antagonistas que han definido al Caballero Oscuro. 

Para ello juega con la dualidad, ese placebo que nos hemos buscado para intentar entender por qué todos llevamos dentro un monstruo. 

Y siguiendo los códigos y la mitología del personaje, de la que se nutre con habilidad para dar personalidad propia a su versión personal de la misma, reproduce la coreografía narrativa que la caracteriza con un Batman que nuevamente se define y redefine por los ambientes y las amenazas con los que se enfrenta. 

Paso 1: Gotham, la ciudad podrida. 

Paso 2: el Antagonista presentado como su sombra perversa 

Paso 3: el comisario Gordon, náufrago del orden imposible ahogándose en un mar de caos asociado a objetos significativos que definen su propia ambigüedad, la misma ambigüedad de hombre perdido en tierra de nadie que utiliza la pistola y los iconos religiosos, cruces y vírgenes, como muletas para seguir por un camino que visualmente marcan las cintas de prohibición del paso tras las que se van amontonando los cadáveres. 

¿Está Gordon perdido en el bucle de una fase previa de amargura y pérdida frente a la pérdida definitiva que definió a Batman? La foto del matrimonio roto que acompaña a la pistola en la mesilla, testimonio de un pasado perdido, habla por sí misma

Paso 4: la dualidad, presente ya en la portada de ese Batman Gárgola dividido entre y al mismo tiempo construido por el vómito de luz de la ciudad podrida que salpica su capa a su derecha, creador de la oscuridad intensa que define a su capa a la izquierda. 

La Gárgola de Gotham es uno de esos comics que transmiten la sensación de estar entrando en un laberinto móvil en el que están ocurriendo cuarenta cosas al mismo tiempo. Así genera una tensión creciente que incluso parece capaz de aumentar nuestras pulsaciones. Y como consecuencia de todo ello sabes que es un cómic que vas a leer muchas veces. Qué vas a mirar muchas veces. Qué vas a repasar y volver a disfrutar muchas veces. Y en todas esas veces te dejará la sensación de haber recorrido los pasillos de una pesadilla diferente, porque se retroalimenta de tus anteriores encuentros con sus viñetas y de algún modo te ayuda a definirte cada vez que vuelves a disfrutarlo. 

Eso es lo que define a un clásico imprescindible nacido bajo la inspiración de las visiones de Batman de Frank Miller y los laberintos cinematográficos de David Fincher, tal como declara en los guiños de su diálogo. 


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