Hoy he decidido dar una vuelta por el centro de Madrid antes de que el desembarco de la OTAN nos secuestre calles, transporte público, carreteras y museos el resto de la semana, y me he tropezado con el señor Spock. Casualidades, porque llevo desde el pasado jueves alimentando las madrugadas a base de capítulo doble de la serie clásica de Star Trek. Si tuviera sitio en la Payancueva y fuera hedero de una tía millonaria me compraría el modelo de la nave Enterprise de la foto, pero no es el caso, así que me he conformado con saludar a Spock y desearle larga y próspera vida.