ALEGRÍA FUERA DE SERVICIO
Vivimos en un mundo que lleva demasiado tiempo con la alegría fuera de servicio. Una sociedad que vive con la alegría en obras y los pensamientos precariamente sujetos a un andamio que se mira en el espejo del abismo de los miedos ajenos.
Hordas de inseguros y acomplejados dictan sentencia desde su púlpito en las redes sociales protegidos por su efímera popularidad oportunista, o por el cobarde anonimato, embozados en la capa de sus complejos y sus culpas y sus miedos y todo aquello que nunca se han atrevido a hacer y odian que los demás nos atrevamos a hacer.
Y nos meten a todos en su saco de las culpas, en su cruzada de ajuste de cuentas.
Sembrando en los otros el miedo a decir lo que realmente piensan, y negándose a todo debate que implique ideas, sentimientos o simples preferencias distintas a las que ellos han tomado prestadas para utilizarlas como muletas de sus inseguros, dubitativos e histriónicos pasos por la cuerda floja de sus vidas suspendidas en el barranco de una escasa autoestima.
Nos quieren asustados y rehenes de sus miedos, acusados de faltas que nunca cometimos y pidiendo perdón por ser nosotros mismos, reos de delitos abominables ocurridos muchas lunas antes de que nos parieran, o en lugares y épocas y contra gentes que nunca hemos conocido.
Es la dictadura de la condena retroactiva, los castigos de las culpas y miedos ajenos, la inquisición que nos persigue por los aquelarres en los que nunca participamos.
En definitiva: nada nuevo bajo el mismo sol.
La misma mierda que llevo oliendo de mis prójimos más aburridos y menos interesantes desde que me parió mi madre.
Esta farsa de llorones la conozco desde hace sesenta años, lo que pasa es que ahora es canon.
Nacemos ya con esa guerra perdida de antemano y el regalo que nos hace la vida es la posibilidad de luchar en una guerrilla contra todos estos tristones y lamentables personajes que en algún momento se olvidaron de tener el valor y la inteligencia para ser personas y en consecuencia arriesgarse a convivir, debatir y disfrutar de la vida con otras personas, piensen o no lo mismo que ellos.
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