Esta tarde me ha caído un regalo inesperado de mi colega Telly Chavalas, que se ha ido a dar una vuelta por una feria de coleccionismo y figuras y ha hecho este fichaje para mí colección de Batman de Lego.
Un Batman siniestro.
Esta tarde me ha caído un regalo inesperado de mi colega Telly Chavalas, que se ha ido a dar una vuelta por una feria de coleccionismo y figuras y ha hecho este fichaje para mí colección de Batman de Lego.
Un Batman siniestro.
Uno de los mejores y más reveladores libros que he leído sobre la Primera Guerra Mundial.
Marc Ferro descorre el telón del conflicto en aspectos del mismo poco abordados y que van más allá de protagonistas y batallas, sin dejarlos totalmente al margen de su propuesta, pero manteniéndolos en un segundo plano para entrar de lleno en otras claves esenciales en el antes, el durante y el después de la guerra.
Otra mirada a los factores detonantes y los fracasos, a las operaciones militares, la economía, la política, los nacionalismos y otros catalizadores de la tragedia que bucea más allá de lo obvio para abrir un espacio de reflexión y debate.
Después de leer este libro me resulta muy difícil imaginar que alguien pueda querer apuntarse a una guerra, cualquier guerra en cualquier tiempo y cualquier lugar.
La colección alcanza mayor velocidad y trepidación llegados a este número 11 que salió a la venta el pasado martes.
En el mismo se desarrollan tres combates y medio con los KAIJUS mejorados enfrentados a la líder de pelotón Shinonome, Hibino, Kikoru y su doble siniestro, el Kaiju 15, el capitán Narumi en su perpetuo duelo de superación de Isao desde el recuerdo de sus derrotas en el pasado, y el subcapitán Hoshina y su extraño vínculo con el décimo kaiju.
El pasado de los personajes y sus afectos no correspondidos forma el telón de fondo dramático de esta entrega que sirve para equilibrar y dar más solidez al despliegue de acción continuada, en uno de los números más trepidantes de la colección hasta el momento, afianzando el protagonismo coral que domina ya totalmente la historia multiplicando la fuerza y posibilidades de sus tramas.
Este numero sigue subiendo de interés al tiempo que desvela más datos sobre el universo de ficción de Kaiju Número 8, y es un punto de inflexión prometedor de lo que espers en las siguientes entregas.
Igual a muchos les parece que el títular de esta entrada es excesivo, demasiado positivo o demasiado negativo, pero es lo que pienso.
La mayor parte de las veces antes un cómic de personajes clásicos y confirmas que su principal aporte conste en haberse pasado las claves y la mitología de los personajes por las narices, sin por otra parte ser capaces de aportar nada novedoso, original o mínimamente interesantes a los mismos.
Ejemplo: Kitty Pride trabajando en una cafetería preocupada porque se le ha acabado el producto.
Ejemplo dos: esto que abres un tebeo de Capitán América y primero pasea por el parque, luego pasea por el parque y habla con alguien sin decir nada interesante -modo tuestaorejas de transporte público dándonos la turra al resto de los viajeros a base de contar su vida a voces como si fuera interesante, que obviamente no lo es ni siquiera para el o la que habla, y quizá por eso le amplificador a la cosa-, y finalmente se.oone el uniforme para sacar a pasear el escudo así como sin muchas ganas.
Pues bien: al menos este número 1 del enésimo cambio de los mutantes respeta el género narrativo, la coherencia del producto que nos venden, el correspondiente respeto al lector/consumidor/pagador, quienes lo hacen parecen respetar también la herencia de Claremont.
Me parece más que suficiente para tener ganas de leer el segundo número después de haber pasado un rato agradable de entretenimiento con el primero.
A la vuelta del peor periodo supuestamente vacacional que recuerdo, descubro en mi librería de referencia que otro lector les ha vendido su colección de ciencia ficción.
Y yo añado unos cuantos títulos a mi propia colección.
Leer es salud.
Está mañana llegaba a librerías uno de los mangas que con más interés esperaba en este verano: Shark Panic, de Tsukasa Saimura. Homenaje a...