Aprovechando el verano he decidido dar un repaso a los comics de Blueberry, ese personaje convertido en guiño perpetuo a Jean-Paul Belmondo. En La mina del alemán perdido lo encontramos ejerciendo como sheriff y cediendo parte del protagonismo a su colega borrachín McClure sobre todo en la segunda parte, la mejor, una travesía por el desierto en la que el guión de Charlier y el dibujo de Giraud se ponen a la altura de las mejores propuestas épicas del western cinematográfico sin dejar de ser obra maestra del cómic.
Es en el desierto donde estás viñetas cobran aún más vida y relieve y se ponen plenamente en movimiento, construyendo sus páginas traduciendo la horizontalidad rectangular del plano general del cine en parcelación de verticales que atrapan a los personajes sin perder el dinamismo y cuadrados que concentran la acción y la mirada del lector y brillan tanto por sus detalles como por la capacidad del arte de Giraud para conseguir que todas sus viñetas transmitan la sensación de cosa viva y en constante movimiento.
Resulta difícil por todo ello elegir una o dos viñetas esenciales entre toda la riqueza visual de este tomo, pero ahí dejo mis favoritas.
He comentado ya que la historia crece desde el momento en que se inicia su fase de persecución a través del desierto, y creo que está viñeta, ejemplo de sencillez en su propuesta, logra resumir un punto clave de ese viaje, introduciendo ese fondo amarillo para anticipar el destino que espera a uno de los personajes jugando con esa luz ya sofocante del amanecer en la que ya se impone el sol abrasador para definir las siniestras intenciones del personaje en primer plano con el rostro bañado en oscuridad para con su compañero de fuga y de viaje.
Esta otra viñetas, pero sobre todo la de arriba, con McClure atrapado entre los dos perseguidores, es un ejemplo del poder del dibujo de Giraud para jugar con los planos cortos y primeros planos revistiendo de pleno protagonismo a los personajes tradicionalmente característicos o secundarios.
Compuesta con ese sesgo diagonal que refuerza la situación de callejón sin salida para McCLure, con todo el peso del rostro y el gesto del pistolero en primer plano tapándome toda salida y el rostro con los ojos en sombra de su compañero cerrando toda posibilidad de retroceder, la viñeta crea un momento de tensión, intriga y anticipación, reforzado por ese subrayado de las manos de McClure.
Pienso que esta viñeta deja claro que el western clásico del cine estadounidense liderado por John Ford, su obra maestra Centauros del desierto y su ciclo de la caballería, es solo una de las fuentes de inspiración de los autores, cuyas creaciones en este género beben también, copiosamente, de las corrientes del western crepuscular liderado en el cine por Sam Peckinpah y su Grupo salvaje, y del western mediterráneo liderado por la trilogía del dólar de Sergio Leone.