LOS SEDUCTORES: IMPRESCINDIBLE NOVELA NEGRA CON VOCACIÓN DE REPORTAJE Y DENUNCIA

 


    Joyce Carol Oates ha definido a James Ellroy como "el Dostoiewski americano", pero yo creo que lleva años siendo algo mucho mejor: el pocero más astuto y literariamente mejor dotado para zambullirse y retratar en sus novelas la fosa séptica que constituye el lado más oscuro de Estados Unidos en el siglo XX, y como de aquellos polvos se hicieron estos lodos, sirve como cuna de la aceleración hacia el ocaso del imperio a la que ahora estamos asistiendo en el siglo XXI. 

    Todos los imperios caen, y Ellroy es el cronista de la caída del imperio estadounidense desde hace años, pero en esta novela se ha superado a sí mismo, elaborando un monólogo intenso, absolutamente adictivo, de su protagonista, el detective profunda y voluntariosamente corrupto Fred Otash, que abarca 527 páginas de lectura absolutamente adictiva. Y al terminar la lectura de esta tormenta imparable habitada por numerosos personajes en un punto de giro esencial de la historia de Estados Unidos, la muerte de Marilyn Monroe como prólogo de la caída de ese nuevo reino de Camelot vendido por la propaganda de la administración Kennedy en la Casa Blanca. 
    Y lo mejor es que aún me quedan ganas de volver a comenzar con la novela en una segunda lectura, recorriendo nuevamente el camino hacia el Calvario del amplio reparto de personajes que habitan esta historia en su caída desde las más altas cumbres del falso glamour de un Hollywood materializado en la cara oculta de la vida privada y decadente de sus frustradas estrellas y en la debacle anunciada de los estudios 20Th Century Fox ante el fracaso de la superproducción Cleopatra. 
    Volveré a leer la novela no tardando mucho entre otras cosas para tratar de confirmar mi impresión de que siguiendo la pista del acechador voyeur corrompido Fred Otash el propio James Ellroy no solo revela su juego con el lado más oscuro de sí mismo rizando el rizo en la realización de una especie de autorretrato de frontera entre la realidad y la ficción, sino que también deja entrever su propia técnica, herramientas, recursos, manías y secretos como escritor. 
    La encuesta policial de Los seductores es una de las más exhaustivas, tensas y asfixiantes que ha propuesto Ellroy a sus lectores y que por otra parte parece haberse impuesto a sí mismo como escritor a modo de penitencia por todos los laberintos siniestros en los que ha venido describiendo el lado más corrupto y miserable de la historia de los Estados Unidos y sus monstruos en el siglo veinte, padres de los monstruos que pueblan ahora su siglo XXI. 
    Su trama nos lleva hasta el mes de agosto de 1962 tras un prólogo significativamente funerario que habla ya del protagonismo de la muerte en esta nueva pesadilla urbanita, sin duda una de las más absorbentes que ha ideado James Ellroy a lo largo de su carrera. 
    Y la muerte de Marilyn Monroe solo es el principio de un relato en el que la pesadilla global de unos Estados Unidos donde el sueño surgido de la victoria tras la Segunda Guerra Mundial empieza a hacerse pedazos definitivamente se da cita con el camino de culpa y confesión que recorre el protagonista viviendo en la pesadilla de los abusos y manipulaciones de un gobierno bajo la capa de una democracia en crisis, lo que me lleva a pensar que las alusiones a la República de Weimar en Alemania son mucho más reveladoras en esta nueva muestra del desbordante talento de Ellroy para rasgar el velo de la propaganda del "sueño americano" mostrando los rincones más oscuros tras la farsa idealizada de Hollywood como fábrica productora de propaganda en cadena, mientras dedica una parte de su intriga policial a denunciar el uso de los medios de comunicación más rastreros como herramienta de desinformación en las políticas de entretenimiento y cortina de humo. 
    

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