miércoles, 15 de mayo de 2024

CEMETERY BEACH: LA PLAYA CEMENTERIO DE WARREN ELLIS Y JASON HOWARD

Lectura absolutamente adictiva. Pura sátira para consumir en bucle. 

De argumento aparentemente simple pero de construcción muy compleja, precisamente porque maneja esa supuesta sencillez como primera capa de lo que más en profundidad llega a contarnos sobre los personajes, pero también sobre nosotros mismos, poniendo en evidencia nuestra naturaleza como consumidores de lo epidérmico, de la acción por la acción, en toda la industria del ocio de nuestros días, cine, televisión, videojuegos, comics... 

Puro arrebato frenético, pura descarga de adrenalina tras un comienzo más sereno y de intriga en sus primeras páginas, en la sala de interrogatorio, este comic se desliza a continuación por un tobogán de emociones y sensaciones que son puro ritmo y movimiento vertiginoso con poco diálogo y despliegue visual espectacular tocado con la personalidad y agudeza de los dibujos de Howard, puro ángulo, pura arista, un laberinto de líneas rectas punzantes, tan agresivas como el propio argumento y diálogo con segunda velocidad de comedia, metiendo el turbo a siete números de trepidación incansable. 

La visceralidad de cada viñeta se revela como propuesta artística montando un pura sangre de exceso y desbordamiento de la violencia y la pirotecnia que domina el ocio audiovisual de nuestros días, que es al mismo tiempo homenajeada como signo de nuestros tiempos y parodiada con acidez y singular habilidad por el guion de Warren Ellis, elaborado desde un estudiado minimalismo que dice mucho sobre muchas cosas con muy pocas palabras. 

Es como si Mad Max: el guerrero de la carretera y Mad Max: Furia en la carretera se hubieran dejado seducir por la mirada de un David Cronenberg furioso se cruzara con una pesadilla de Clive Barker después de meterse en vena las mejores películas de carrera-persecución de la historia y dos docenas de capítulos de la serie de animación Los autos locos

Pura slapstick, comedia física gozosamente hipertrofiada, sin complejos, que bajo su indudable eficacia como entretenimiento oculta la mejor definición de la prisa y el frenetismo que domina nuestros tiempos. 

Una fábula dentro de otra fábula repleta de guiños. 

Ayer leí este tomo dos veces. 

Creo que hoy puede caer la tercera si me descuido. 

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