EL MONTACARGAS: LA SORPRESA DE UN POLAR FRANCÉS
Tarde de sorpresa con un buen "polar" francés: El montacargas (1962).
Nochebuena.
Una mujer-enigma.
Y un hombre atrapado.
El círculo en el tren de juguete y en el nombre del bar en el que se produce el encuentro de los protagonistas, el ir y venir sobre el puente que conecta los mundos de los protagonistas, el subir y bajar del montacargas del título, marcan la pesadilla de intriga circular servida con un despliegue de sombras, luces y más sombras en bucle y un ejemplar uso del sonido en sus primeros minutos, progresando hacia el reinado de los silencios que cuenta mucho más sobre los personajes a través de lo que dicen con las miradas que desde sus palabras.
Y además de todo eso está Lea Massari reformulando el arquetipo de la mujer fatal clásica del cine negro, porque Italia es bella, como dice a modo de despedida un gran Robert Hossein, que sostiene sobre sus espaldas y en una colección de primeros planos desde los que proyecta el miedo de la culpa perpetua del delincuente esta historia de un ex convicto obligado a ejercer como detective accidental.
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