EL PLANETA DE LOS SIMIOS: LA OTRA VERSIÓN
Tenía curiosidad por ver qué aporta está versión alternativa del clásico de ciencia ficción a lo que ya conocemos a través de la novela de Pierre Boulle y el ciclo cinematográfico que inició a finales de los años sesenta el largometraje protagonizado por Charlton Heston. Y lo cierto es que algo he aprendido con esta adaptación al cómic del guión original de Rod Serling para una versión cinematográfica que no llegó a rodarse exactamente tal como él la había imaginado.
Serling era un maestro de la narración breve de este género traducida en guiones para capítulos de televisión y algo de la predisposición natural de dicho género a decir mucho en poco tiempo que caracteriza dicho género de narración se manifiesta en su adaptación de El planeta de los simios. En la misma, como se advierte con claridad en esta adaptación de su adaptación para el cómic, usa la otra característica definitoria de su aportación a la ciencia ficción audiovisual de los años cincuenta y sesenta: el calculador y afinado dibujo de los problemas sociales de su época trasladados al territorio de lo fantástico para trabajar con mayor comodidad la crítica social y propiciar una activación eficaz de las inquietudes de la época en la mente de los espectadores, siempre sin renunciar por ello a ofrecer un intenso entretenimiento de intriga con giro sorpresa final.
Esta variante de lo que conocemos sobre El planeta de los simios es interesante como termómetro para medir la temperatura a las diferencias entre los distintos medios y sus necesidades, aportes y carencias a la hora de adaptar una novela al audiovisual que introduce además en esa ecuación la variante en viñetas. Y desde ese punto de vista se convierte en mi opinión en una prueba del papel que tiene el azar a la hora de producir la mejor versión de una misma historia. Y por qué lo mejor no es siempre lo más fiel o lo más cercano al original, que pudo ser en su momento la mejor opción en el medio para el que fue concebida, pero debe ser reconstruida y llegado el caso modificada para el nuevo medio al que se quiere trasladar.
Después de leer este cómic pienso que, dejando al margen la novela original de Pierre Boulle, que comentaré en algún otro post, la mejor versión de El planeta de los simios sigue siendo la cinematográfica estrenada a finales de los años sesenta del pasado siglo. Los cambios introducidos en la misma frente al abordaje de Rod Serling que recoge esta adaptación al cómic mantienen el carácter eminentemente pedadillesco de la historia al mismo tiempo que lo respaldan e incluso refuerzan con detalles que proporcionan al espectador una visión del mundo de los simios aún más truculenta y perturbadora por resultar mucho más creíble.
La descripción de la sociedad simia de la versión Serling y de este cómic opera como sustitución simplificadora cambiando humanos por simios. Se queda asi atascada en la anécdota argumental, no progresa más allá de la misma y por otra parte presenta imágenes de carácter bastante ingenuo y antropocéntrico en las que todo gira en torno a esa sustitución.
Así las cosas, veremos a simios pilotando helicópteros y patrullando la ciudad con uniformes de policías directamente inspirados por los que visten los policías humanos del mundo real en las metrópolis estadounidenses de la segunda mitad del siglo pasado. Eso hurts protagonismo a los simios y resta posibilidades de desarrollar una visión de ese mundo realmente reconstruido por lo simio dominando sobre lo humano. Se pierde así la posibilidad de especular sobre los cambios utilizándolos como herramienta para propiciar la reflexión sobre la civilización humana desde el territorio de la fantasía prospectiva propia de dos de las variantes fundamentales de la ciencia ficción, la distopía y la ucronía, aliadas de modo mucho más fructífero en la premisa argumental tal y como la plantea la película.
Estamos por tanto ante un ejemplo de menos es más. Para ahorrar presupuesto la película sustituye la metrópolis de estos simios imitadores del humano del siglo XX introduciendo una sociedad simia con personalidad propia estructurada en distintas clases sociales, lo que se pierde en la versión Serling, perdiéndose también la posibilidad de jugar con los conflictos de lucha de poder entre esas clases y la reflexión sobre el intento de los militares por imponer su criterio a los científicos, conflicto latente en la sociedad estadounidense de la época.
Esa tripartición estamental, que se produce sobre una sociedad simia que replica modelos de la sociedad de la antigua Roma en un guiño a las propias pretensiones de la sociedad estadounidenses de imitar a la República de Roma tanto en sus instituciones y rituales políticos, recuerda también el orden social de la Edad Media europea, convirtiendo a los pastores, los que rezan, la cabeza del mismo, en una curiosa fusión de religiosos y científicos, haciendo de los gorilas vestidos de cuero para reforzar su aspecto siniestro (y no disfrazados de policías, figuras de orden y autoridad, como en la versión Serling y el cómic), los bellatores, que combaten, y añadiendo a los laboratores, los que trabajan.
Ese pulso entre las clases sociales simios alimentará de conflicto a las secuelas de la película y las versiones en el cómic de este universo de ficción anteriores a la que aquí comento.
Otro detalle significativo lo abordan los propios creadores de esta adaptación de la versión Serling en los comentarios añadidos como complemento del mismo, señalando que su modelo para el astronauta protagonista no fue Charlton Heston, sino Paul Newman, un cambio de imagen que de algún modo es también un cambio de polaridad política de la versión, representando la construcción del protagonista que saca adelante Heston una visión más conservadora, radical, enérgica y con claroscuros frente a al héroe más vulnerable y humanista que encontramos en estas viñetas. Heston sienta con su astronauta de El planeta de los simios las bases de sus tres héroes de la trilogía de ciencia ficción que completará luego con los largometrajes El último hombre vivo y Soylent Green (Cuando el destino nos alcance).
Plano por plano la película de Heston supera al comic en composición y organización de la información visual. Puede probarse comparando cuatro momentos clave en película y cómic: encuentro de los astronautas con los tótems de aviso, caza de los humanos, fuga de Taylor y encuentro final con la enigmática y terrorífica reliquia que revela lo ocurrido en el planeta.
Y por otra parte en el cómic no aprovecharon todo el potencial del concepto metrópolis simia a la hora de plasmarla en la viñeta y, en general esa parte queda un poco plana, recordando en la segunda parte de la novela gráfica más al abordaje visualmente plano de la tercera película del ciclo cinematográfico original, Huida del planeta de los simios.
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