El otro día me tropecé con esta imagen de espejo roto y se me ocurrió que soy al mismo tiempo más infeliz y más feliz cada vez que acabo de leer un libro. Sobre todo si es un ensayo de cualquier cosa, y mucho más si es de historia. Más infeliz porque me informo de algo que rompe en pedazos el espejo de idealismo tóxico y de las mentiras que me han contado o que me he fabricado yo mismo. Más feliz porque me siento menos engañado. La pedrada del conocimiento acertando de lleno en el espejo de idealismo tóxico que nos fabrican otros a modo de jaula y nos fabricamos nosotros mismos para ir pasando el tiempo y tragar la ración de placebo-basura que nos toca cada día. Más libros, más lectura, más información, más opinión sin miedo. La verdadera revolución está en practicar todo eso cada día.