JOKER: EL HOMBRE QUE RÍE

 

Ed Brubaker y el género negro vuelven a asociarse en este reencuentro con la primera aparición del antagonista principal del Caballero Oscuro en el número 1 de Batman, pero con un abordaje gore de las consecuencias de los atentados del Príncipe Payaso del Crimen que era imposible en el momento en que se publicó esa versión.

Joker es presentado en ausencia a través de los cadáveres de sus víctimas, con las claves visuales del asesino en serie que utilizó David Fincher en su película Seven. 

El cómic de Ed Brubaker y Doug Mahnke se construye sobre dos temas centrales. Por un lado la relación del todavía Capitán Gordon y un Batman de la primera época, en una primera fase en la que los dos personajes se siguen tomando las medidas y todavía no han alcanzado el grado de confianza y colaboración que tendrán más tarde. 

Ese primer tema se refleja en la manera en que las viñetas manejan a los dos personajes en relación con el espacio que ocupan en las mismas, subrayando con elegancia sutil las inseguridades que todavía pesan más que las certezas en esa relación.

La coreografia de esta página marca la distancia entre ambos personajes incluso cuando comparten la primera viñeta muy próximos entre sí, casi asfixiados por los límites del cuadro, sin aire ni entre ellos, y esa primera viñeta marca ya que toda la página está dedicada a definir lo que piensa y siente Gordon.

El policía está de perfil pero más cerca, compone un gesto de agotamiento con la mano sobre el tabique nasal que le da todo el protagonismo de movimiento y lo hace más cercano al lector, y además tiene menos aire a su alrededor que Batman, de frente, con mirada severa e inquietante, una especie de Golem enmascarado con la mitad del rostro en sombra para subrayar esa ambigüedad bajo la que lo ve Gordon, rodeado de secretos por descubrir. 

La segunda viñeta separa a los personajes, cada uno con su propia puerta de salida del lugar, subrayando que siguen caminos distintos, el del vigilante y el del policía, pero nuevamente es este último el que ocupa una posición y más vulnerable, con su puerta para salir de esa especie de laberinto que plantean los crímenes de Joker más lejos y casi fuera del cuadro, mientras que Batman tiene la puerta abierta, más cerca y completamente dentro del cuadro. 

Los caminos que todavía separan y distancian a los dos personajes quedan más subrayados en la línea medular de la página, la viñeta horizontal de mayor tamaño que visualmente entrega todo el poder a Batman con ese perfil más cercano y dominante y dándole todo el protagonismo también en el diálogo, mientras Gordon, más lejos, sin diálogo y vencido, con su gabardina de hombre corriente frente al disfraz del vigilante disfrazado de murciélago, queda a espaldas de este último completando una metáfora de las dos caras de una misma moneda, pero ambas opuestas en sus caminos, recursos y métodos para cazar al asesino y resolver el caso. 

Finalmente, las dos viñetas inferiores rematan la coreografía visual llegando a separar a los personajes, confirmando esa búsqueda de identificación del lector o lectora con la normalidad de Gordon frente a la excepcionalidad de Batman, lo que de paso convierte al policía en una especie de reflejo en el que nos reflejamos como personas corrientes frente al vigilante. 

Las dudas que alberga Gordon sobre Batman se materializarán luego en su mirada como respuesta silenciosa a la pregunta de un periodista. 

Detalle para tener en cuenta: la historia está narrada con un doble monólogo interior en textos en off de Gordon y Bruce Wayne/Batman que se complementan, igual que se complementan, pero de otro modo más siniestro, Batman y Joker. 

Al contrario de lo que ocurre con Gordon y Batman, la relación de Batman y Joker queda explicada no en una coreografía de páginas completas sino en varias viñetas que explican un vínculo más perturbador entre ambos. Es como si Bruce Wayne y Batman se miraran en un espejo deformante cuando se encuentran con Joker. La imagen de alter ego, el rostro en el espejo que les une a ambos, diferente del vínculo que se establece entre el vigilante enmascarado y el policía, queda insinuada en varias viñetas.



Pero entre las mismas la más perturbadora es la que muestra a un Bruce Wayne casi convertido en Joker al ser contaminado por su veneno mortal de la risa.

 Significativamente ese será el camino del vigilante enmascarador para entrar en la mente de su antagonista y resolver el caso. 

O simplemente dejarlo aplazado para la siguiente aventura. 



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